EL ENFADO UNA EMOCIÓN QUE NO DEBEMOS DEJAR CRECER
El enfado nace ante una amenaza física o psíquica, es una
emoción que ha matado más gente que una guerra, que seduce nuestro monólogo interior,
que nos secuestra en pensamiento, palabra y acción. Porque es un arma defensiva
que, mal utilizada, puede volverse en nuestra contra y hacer verdadero daño si
la dejamos crecer. Es una herramienta natural de nuestra evolución para hacer
frente a las injusticias que percibimos.
El problema de esta emoción llega cuando la persona no sale
de su protesta rápidamente ya que cuando nos encontramos enfadados nuestro sistema fisiológico y cognitivo se ve
atrapado en una espiral de sentimientos y pensamientos negativos que no nos
permiten el avance.
Esta emoción, injustamente tratada, está mal vista por
nuestra sociedad. No nos gusta mostrar enfado en público, pues entendemos que
implica una condena de nuestras cualidades personales y emocionales. Nos da
miedo expresarlo, por lo que tendemos a mostrarlo solo en nuestra casa,
acompañados de aquellas personas que nos conocen y que, por lo tanto, cabe esperar
que no nos juzguen por ello.
Pero al contrario de lo que pensamos, manifestarla nos
ofrece información sobre lo que nos incomoda, dándonos la opción de examinarnos
y de buscar el equilibrio. Un enfado descontrolado tiene como resultado la ira
que es la expresión desmedida y descontrolada de nuestra molestia.
La clave para gestionar el enfado de manera correcta y
tener un bienestar emocional está en aplacar la excitación, esto podemos
conseguirlo de las siguientes maneras:
-Tomando distancia física y emocional de la situación para
evitar que la descarga de adrenalina nos domine y se alimente a través de la
irritabilidad reinante. O sea Frenando
nuestro monólogo interno. Es decir, distraernos y no dar validez a los
pensamientos que dominan nuestra mente.
-No permitir la llegada de más pensamientos hostiles ya que
estos acaban construyendo la cadena del enfado hasta que logran engrosarlo y convertirlo
en ira. Así, poco a poco, el fuego podrá
ir desapareciendo cuando dejamos de echarle leña que lo alimenta, ayudándonos a
contemplar la situación desde lejos
-Hacernos conscientes expresando cuando algo nos molesta,
para así evitar una encrucijada
emocional que secuestra nuestra mente, nuestro cerebro y nuestro cuerpo. Que
lleva a que convirtamos hechos aislados en el foco continuo de nuestra
atención, impidiéndonos a nosotros mismos deshacer una bola de nieve emocional
que rueda y rueda logrando hacerse cada vez más y más grande.
Cuando nos hacemos conscientes de nuestros sentimientos y
emociones logramos dar un paso más para manejarlos y transformarlos en útiles y no en dañinos, pues liberamos gran
parte de la carga afectiva que promueve la llegada de estados de ánimo negativo
y potencialmente amenazante para nuestro equilibrio.
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Zen-coach, Educadora de Emociones, para consulta y asesoría privada o empresarial escribir a
coach@danamilano.com
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