CUANDO LA HIPOCRECIA SUBE DE NIVEL SE CONVIERTE EN
VERDADERA MALDAD
En muchas ocasiones de la vida nos hemos convertido en
confidentes y amigos de personas que continuamente hablan de la vida de los
demás, como si algún poder divino les hubiera otorgado esa autoridad, haciendo
de la hipocresía un recurso habitual en
la comunicación, que les sirve de manera indirecta para reforzar sus valores
buscando la complicidad del otro en aquello que critican. Porque todo aquel que
habla mal de los demás en algún momento es un hipócrita.
Contar a otra persona lo que nos sucede con otros no es
hipocresía, podría decirse que cumple una función vital en el ser humano.
Hipocresía es contar intimidades, juzgar
y narrar historias que han sido reveladas por azar o descuido, pero que no
dejan de pertenecer a la intimidad de alguien eso significa meternos en lugares
en el que nadie debería entrar sin el consentimiento del otro.
Aunque por mucho que nos cueste creerlo, hablar mal de los
demás vende. Engancha, da juego. Existen personas que por sus déficits en
verdaderas habilidades sociales, utilizan conversaciones referidas a la vida de
los demás para atraer y lograr la atención del resto.
Cuando encuentres personas así es mejor que te alejes de
ellas para cuidar nuestro bienestar emocional, lo más sano para nosotros es poner
límite ya que son toxicas y además hieren, sobre todo cuando esa persona ha
formado parte de tu intimidad.
Hay que tener cuidado con quien habla y hace daño a las
espaldas de los demás. Pronto podrías verte con ese mismo puñal en la espalda,
sin saber quién te ha hecho sangrar ya que cuando la hipocresía sube de nivel
se convierte en verdadera maldad.
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Zen-coach, Educadora de Emociones
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