EL SUFRIMIENTO UTIL
Hay veces en que sencillamente, no podemos más.
El estrés emocional ocasionado por tantas decepciones, fracasos
y por cada “no” encontrado en el camino, nos obliga a detenernos. Es entonces
cuando aparece la indefensión y la clara sensación de que hemos perdido el
control sobre nuestras vidas. Y lloramos
a escondidas sin saber que la vida nos está haciendo un favor, que no es
el fin del mundo, sino el principio de algo mejor. Pues cada una de las
desilusiones sufridas, son las que nos permiten más tarde encontrar ese
motivante con el cual, aprender a hacer las cosas por nosotros mismos, y sobre
todo a ser más fuertes.
Es verdad que nadie llega a este mundo enseñado de fábrica.
Las lágrimas son como ritos de paso que hemos de experimentar a la fuerza para
seguir creciendo, para saber “quién sí y quién no”, para ponernos a prueba y
medir nuestras fortalezas.
Lo llorado por lo aprendido es lo que yo le llamo el
sufrimiento útil. Yo también he llorado por cebollas que no valían la pena, por
sueños que se llevó el viento y por dulces deseos que se tornaron amargos…
Judith Orloff, psiquiatra y autora del libro “Libertad
emocional, cómo dejar de ser víctimas de las emociones negativas”, nos dice que
el primer paso para propiciar el equilibrio interior es el llanto. Después de las
lágrimas llega la calma, y seguidamente, la claridad.
Tras el dolor llega la oportunidad
Es muy posible que hayas oído en numerosas ocasiones esa
expresión de que “solo quien ha sufrido puede entender qué es la vida de
verdad”. Cabe decir que esto no es del todo cierto. La felicidad también enseña, y nos ofrece
adecuados recursos. Ahora bien, la adversidad es a su vez ese cruce en el
camino por el que la mayoría habremos de pasar alguna vez.
Cuando la crucemos, cuando experimentemos el dolor en
alguna de sus formas, ya no seremos los mismos, pues el dolor fue el que nos permitió aprender a ser más hábiles, mejores
estrategas, con mentes resilientes y personas capaces de ver nuevas
oportunidades. Porque aunque pensemos que la vida nos ha dado un “no” rotundo,
a veces, no es más que un “espera un poco más”…
Por esta razón el llanto es un desahogo emocional es un
mecanismo adecuado y liberador para sosegar la mente y ver las cosas de otro
modo.
Una vez hemos llorado por esa decepción, por esa ruptura o
ese fracaso, es necesario generar el cambio.
El error en el que caemos a menudo es que esperamos a que ocurra algo a nuestro alrededor
para encontrar entonces un motivante, un propósito que nos permita seguir
avanzando para dejar atrás lo sucedido. Pero este no es el enfoque que debemos
darle, lo más acertado es; ser nosotros mismos el propio cambio, lejos de
esperarlo desde el exterior, porque justo cuando uno deja de esperar y
reaccionar, la propia vida cambia, es en los momentos de dificultad personal
cuando descubrimos cuántas fortalezas se hallan en nuestro interior y todo lo
que somos capaces de hacer. Porque aunque no lo creas, somos como los robles,
que cuanto más les embiste el viento, más fuertes crecen.
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Zen-coach, Educadira de Emocioners
Para asesoría personal y empresarial comunicarse al email
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