MIERCOLES DE MEDITACION CON
DANA MILANO
La mayoría de nosotros
no vivimos en el Tíbet, ni en medio de un desierto, ni en un retiro permanente
en un monasterio. Casi todos vivimos inmersos en una realidad más o menos
cosmopolita, rodeados de hombres y mujeres que corren de aquí para allá, que
exigen y reclaman, que llaman por teléfono o golpean nuestra puerta para
ofrecer, para pedir, para negociar para reclamar.
Seguramente tú y yo
pasamos, como muchos de nuestros amigos y familiares yendo o volviendo de algún
sitio, o gastando nuestra vida en un
atasco. Así, o parecido, es nuestro entorno cotidiano, y en ese ambiente
debemos aprender a meditar.
Estoy muy lejos de ser
una experta en el tema, pero aprendí de algunos maestros e
instructores que ni la forma de meditar ni el lugar, ni la hora del día son en
realidad lo más importante. Uno de ellos solía repetir hasta el cansancio que
no debíamos perder el tiempo buscando la mejor manera o el mejor entorno o el
mejor momento para meditar…simplemente
¡ Meditad ¡
No tiene sentido
esperar a que se den las condiciones soñadas para comenzar a meditar. No es
necesario encerrarse en un monasterio tibetano, ni mudarse como un ermitaño a
una casa de la montaña, para explorar esta herramienta como una conducta de
cada día, sencilla, constante, que se mantenga más allá de los resultados que
por otra parte pronto llegan.
DANA MILANO
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