martes, 12 de noviembre de 2013

MI PADRE SEMBRO AMOR PARA QUE YO LO RECOGIERA

Les comparto una bella historia

MI PADRE SEMBRO AMOR PARA QUE YO LO RECOGIERA
 Nací en una humilde aldea donde mi padre cuidaba las tierras de otro, se levantaba muy temprano y trabajaba todo el día; mi madre le llevaba la comida para que no perdiera tiempo ya que no se lo podía permitir, ella cuidaba de nosotros, tres hermanos varones y lavaba la ropa de una familia acomodada.
Yo les veía siempre contentos y pensaba ¿cómo pueden estar contentos con la dureza de la vida que tienen y sin pensar que eso va a cambiar algún día?
 Me sentía ajeno a todo ello, aquella vida no era para mí. Un día le pregunte a mi padre el porqué no había intentado hacer nada para mejorar las condiciones de vida, que veía que no había tenido ninguna ambición por mejorar. La cara de mi padre cambió, quedó totalmente sorprendido y me habló como nunca lo había hecho, me dejó ver esa parte que ignoraba de él y me dijo que  jamás le había faltado de nada que nos amaba más que a su vida y que después de muchos años de matrimonio seguía sintiendo un amor profundo por mi madre, que no nos había fallado la salud y que mamá se había encargado de tener una casa bonita para vivir y comida sabrosa para estar fuertes y sanos, que podíamos asistir a las escuela porque el señor de las tierras nos los pagaba para que el día de mañana fuéramos personas más preparadas que papá y pudiéramos  vivir dónde y cómo quisiéramos
 ¿Qué más podemos desear? Me dijo, pero no acabó aquí, siguió diciéndome: Cuando termines la escuela y decidas buscar una vida mejor no te olvides de ser feliz. Cuando lo oí mi corazón dio un vuelco y le abracé, creo que no le había abrazado desde bien pequeño porque yo rehuía las muestras de afecto. Fundido en el abrazo comprendí que lo importante es ser feliz, afrontando la vida. Mi padre en aquel momento fue un Maestro del cielo para mí y al comprender aquello empecé a ayudarle en el campo y a escucharle cuando me contaba cosas de su vida, de sus abuelos que llegaron de otra tierra y se quedaron aquí trabajando las mismas tierras. Poco a poco mi mente fue aceptando muchas cosas, y allí fue despertando mi conciencia comprendiendo qué era la felicidad.

DANA MILANO

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