miércoles, 1 de febrero de 2017

SINCRONICIDAD

SINCRONICIDAD
A veces pensamos que el universo nos envía señales cuando suceden coincidencias que nos parecen asombrosas.
Expresiones como “El mundo es un pañuelo” o “¡qué pequeño es el mundo!” las decimos cuando sucede una situación o un encuentro fortuito con alguien que conocemos en una ciudad grande entonces le llamamos casualidad. Pero ¿qué sucedería si supiéramos que en realidad podría  tener que ver con una ciencia llamada sincronicidad?
Que es la sincronicidad?
Para Jung se podría definir como la simultaneidad de diferentes eventos vinculados por un sentido que no es el de la causalidad. Es decir, que esta singular ciencia la podemos resumir en una coincidencia temporal de una serie de eventos (dos o más), que pese a estar relacionados entre sí, no son uno causa uno del otro. Sin embargo, sí que existe una relación de contenido.
Un ejemplo de ello es cuando te sucede que un día charlando con tu padre, le hablas de un amigo que conociste  le comentas su nombre, quiénes son sus familiares, etc. Así, tirando del hilo, tu progenitor observa que tu amigo y tú tienen una relación de familia lejana porque resulta que tu abuelo y su abuela eran primos segundos el hecho de que tú y tu amigo sean familia lejana no tiene nada que ver con tu amistad y con cómo se ha producido. Sin embargo, sí que hay una relación de contenido, pero no de causalidad.
 Así, ese impulso de reconocimiento que parece que todos tenemos sería la base de la sincronicidad. Por lo tanto una experiencia sincrónica suele venir a nuestras vidas cuando menos lo esperamos, pero en el momento exacto, cambiando en ocasiones la dirección de nuestro camino e influyendo en nuestros pensamientos. Pero para ello, tenemos que estar receptivos y atentos al mundo que nos rodea, creando la apertura a esa posibilidad de sincronicidad.
Cuanto más alertas estemos con respecto a nuestro entorno, más probabilidades habrá de que ocurra a nuestro alrededor o al menos, que le prestemos atención… Desde pequeñas conversaciones, canciones de la radio o mensajes publicitarios por ejemplo, hasta encuentros aparentemente “fortuitos”. Tan sólo hay que estar atentos.
El destino no está escrito en las estrellas, el viento o la tierra. Nuestro porvenir solo puede ser plantado, regado, cuidado y recogido por nosotros mismos. Así que es mejor que pares de dejarte llevar pensando que es el viento quien te balancea, pues no es así, puesto que tú eres el único patrón de tu barco.
Es nuestro corazón quien toma los caminos a seguir, y nuestros pies quienes avanzan por ellos.
#DANAMILANO

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