CUANDO DEJAMOS DE SER NINOS LA
VIDA SE NOS DIVIDE EN DOS.
Cuando nacemos somos como el
disco de una computadora en blanco solamente cargamos nuestro sistema operativo
que es el amor.
En la niñez y describimos
esa maravillosa etapa en la cual establecemos las bases para toda nuestra vida,
éramos más ingenuos, teníamos mayor capacidad de asombro, solíamos ser
emotivos, más flexibles, elásticos, juguetones, sinceros, sin preocupaciones,
sin dramas ni complejos y optimistas; por lo general, no teníamos miedo a pedir
nada, a preguntar, a expresarnos sin límites.
Empezamos a crecer y absorbemos como esponjas toda la información establecida por la sociedad, la
iglesia, la política, la ciencia , creencias y demás patrones de conducta, que
lo único que hacen es limitarnos y alejarnos de toda felicidad con que nacimos
Es así como nos vamos
desconectando de nuestra esencia con ese niño o niña que llevamos todos dentro ,
y vamos adquiriendo una personalidad formada por todo lo que nos rodea.
Y es aquí donde la vida se nos divide en dos… a unos nos toca un entorno muy
favorable y a otros nos toca un entorno que no colabora tanto en nuestro desarrollo.
Porque no es lo mismo recibir buenos
comentarios de quienes nos rodean, los cuales nos apoderaran en confianza hacia
nosotros mismos, y nos hacen crecer dignamente, tales como: "eres
talentoso", "eres brillante", "estamos orgullosos de
tí", "eres un campeón/ campeona", "tú todo lo puedes",
a que te digan por lo general lo que es
muy frecuente "no hagas esto o lo otro", "eso no está
bien", "así no te debes sentar", " te dije que no lo
hicieras", "te lo advertí", " no comas más estás como
cerdo", "eres el idiota de la familia", o hasta "por qué no
eres una niña/o normal", típica frase de una serie de la televisión
Constantemente somos bombardeados por dardos de negatividad que nuestra
familia, amigos y compañeros, repiten inconscientemente como robots programados
y nos encadenan, nos marcan para toda una vida, y estas marcas son las que repercuten
en nuestra etapa adulta, en lo personal, en lo profesional y en las relaciones
interpersonales y de pareja.
Seamos concientes de que lo que nos afecta en la etapa de la
niñez, nos repercute toda la vida y si aprovechamos el contacto que podemos
tener con nuestro niño interno, podemos sanar muchas situaciones, entender y
avanzar siendo seguros y teniendo
confianza en nuestra vida.
DANA MILANO
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