sábado, 15 de junio de 2013

CUANDO DEJAMOS DE SER NINOS LA VIDA SE NOS DIVIDE EN DOS

CUANDO DEJAMOS DE SER NINOS LA VIDA SE NOS DIVIDE EN DOS.
Cuando nacemos somos como el disco de una computadora en blanco  solamente cargamos nuestro sistema operativo que es el amor.
En  la niñez y describimos esa maravillosa etapa en la cual establecemos las bases para toda nuestra vida, éramos más ingenuos, teníamos mayor capacidad de asombro, solíamos ser emotivos, más flexibles, elásticos, juguetones, sinceros, sin preocupaciones, sin dramas ni complejos y optimistas; por lo general, no teníamos miedo a pedir nada, a preguntar, a expresarnos sin límites.
Empezamos a crecer y absorbemos como esponjas toda  la información establecida por la sociedad, la iglesia, la política, la ciencia , creencias y demás patrones de conducta, que lo único que hacen es limitarnos y alejarnos de toda  felicidad con que nacimos
Es así como  nos vamos desconectando de nuestra esencia con ese niño o niña que llevamos todos dentro , y vamos adquiriendo una personalidad formada por todo lo que nos rodea.
Y  es aquí donde la vida se nos  divide en dos… a unos nos toca un entorno muy favorable y a otros nos toca un entorno que  no colabora tanto en nuestro desarrollo. Porque  no es lo mismo recibir buenos comentarios de quienes nos rodean, los cuales nos apoderaran en confianza hacia nosotros mismos, y nos hacen crecer dignamente, tales como: "eres talentoso", "eres brillante", "estamos orgullosos de tí", "eres un campeón/ campeona", "tú todo lo puedes", a que te digan  por lo general lo que es muy frecuente "no hagas esto o lo otro", "eso no está bien", "así no te debes sentar", " te dije que no lo hicieras", "te lo advertí", " no comas más estás como cerdo", "eres el idiota de la familia", o hasta "por qué no eres una niña/o normal", típica frase de una serie de la televisión
Constantemente somos  bombardeados por dardos de negatividad que nuestra familia, amigos y compañeros, repiten inconscientemente como robots programados y nos encadenan, nos marcan para toda una vida, y estas marcas son las que repercuten en nuestra etapa adulta, en lo personal, en lo profesional y en las relaciones interpersonales y de pareja.
Seamos concientes de que lo que nos afecta en la etapa de la niñez, nos repercute toda la vida y si aprovechamos el contacto que podemos tener con nuestro niño interno, podemos sanar muchas situaciones, entender y avanzar  siendo seguros y teniendo confianza en nuestra vida.
DANA MILANO


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