martes, 19 de abril de 2016

LA RECIPROCIDAD ES UN ACTO DE LIBERTAD

LA RECIPROCIDAD ES UN ACTO DE LIBERTAD

“Ingrato es quien niega el beneficio recibido; ingrato es quien lo disimula, más ingrato es quien no lo devuelve, y mucho más ingrato quien se olvida de él”–Lucio Anneo Séneca-

El hecho de esperar algo de los demás y muchas veces no ver cumplidas nuestras expectativas puede suponer una dura decepción, haciendo que muchas veces nos replantiemos el hecho de seguir dando y empecemos a ser más conservadores.

Por lo general esperamos de los demás, como mínimo, lo mismo que les hemos dado: esto nos trae sufrimiento, ya que pocas veces nos sentimos correspondidos. Nos sentimos frustrados o nos sentimos  utilizados, ya que no han sabido devolvernos tanto como esperábamos de ellos y probablemente esto nos hará sufrir, ya que con frecuencia descubriremos que recibimos menos de lo que creemos dar

Vivimos en una sociedad donde tendemos a medir todo lo que damos y también lo que nos parece justo recibir en función de lo que hemos entregado. Pasamos mucho tiempo valorando lo que los demás nos devuelven a cambio de lo que damos. Hemos convertido la reciprocidad en una moneda de cambio, pero contrario a lo que hemos aprendido, la reciprocidad no es sufrimiento si descubrimos el gran potencial que tiene para permitirnos disfrutar de las relaciones, así como de nuestra entrega a los demás.

En muchas ocasiones, lo que nos motiva a dar algo a los demás, es un interés por su bienestar, aunque no seamos conscientes en el trasfondo de muchas de las conductas con las que pretendemos agradar se encuentra la necesidad de recibir. Damos, casi de manera desesperada, porque también necesitamos.
De alguna manera subconsciente, creemos que “si miramos por los demás, ellos acabarán mirando para nosotros”  y es esta una creencia errónea que nos llevará hacia el sufrimiento y los conflictos en las relaciones interpersonales.
Es mucho más sano mirar por uno mismo, sin esperar nada de los demás; por tanto, sin pretender agradar para conseguirlo. Por supuesto, esto no quiere decir que no vayamos a mirar por los demás, lo haremos si así lo queremos pero evitando poner como condición en nuestra mente recibir algo a cambio.
Así, la satisfacción de dar a los demás se convertirá en el único motivo para hacerlo y en el motor principal de la reciprocidad, ya que si no esperamos nada de nadie, la gratitud y la satisfacción serán máximas.

De ésta forma, entendemos que la Reciprocidad, es un acto de libertad, que corresponde a cada persona decidir qué quiere dar, cuándo y cómo. Y sólo desde el respeto hacia las decisiones de los demás podremos disfrutar plenamente de los beneficios de la reciprocidad.

Cada persona decide, si dar algo o hacer algo por los demás; si esto es así, nadie debe nada a nadie, ya que somos libres y no tenemos la obligación de corresponder, como tampoco la tienen con nosotros es solamente que de esta forma, dejaremos de medir lo que los demás nos dan, porque solo forma parte de su decisión, y no tienen obligación a darnos, aunque nosotros ya lo hayamos hecho con ellos.

Así, la reciprocidad se convertirá  en un instrumento de intercambio espontáneo, de satisfacción y agradecimiento.

DANA MILANO #danamilanocoach

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