SER BUENO ES UNA VIRTUD QUE
POCOS ENTIENDEN
El psicólogo Antoni Bolinches
en su libro “El secreto de la autoestima” nos dice que la bondad, a pesar de
ser una fuente esencial de gratificación y autoafirmación, es también una
desventaja para el éxito social. La razón de ello reside en que a veces, quien
actúa con “coherencia ética” no siempre es bueno compitiendo frente a otros.
La gente buena no ha sido
siempre gente alegre. En su corazón se esconden múltiples desvelos y
decepciones que disimulan con sonrisas
llenas de cercanía. Ya que la bondad es una virtud, lo queramos o no, en ella
siempre se esconden unas gotas de tibia tristeza, y la necesaria para
centrarnos en lo importante, para depurar ilusiones y saber “quien sí y quien
no”. Si hay algo que caracteriza a la gente buena o noble, es que en sus
tristezas no cabe el resentimiento o la amargura. Jamás utilizarán el rencor
para dañar a otros.
No vamos a entrar aquí en el
tradicional debate de si el hombre es bueno por naturaleza o si se hace con el
tiempo. Lo que sí tenemos claro es las buenas personas luchan cada día por
mantener sus esencias.
Estamos en un mundo donde, por ejemplo, el éxito está ligado a la competición y en el que la
nobleza se relaciona a veces con “fragilidad”. Todo ello nos hace caer muchas
veces en un tipo de neurosis social muy compleja.
Las personas con nobles
ideales, preocupadas por el prójimo al igual que por uno mismo, no abundan
demasiado. Ahora bien, ello no quiere decir que el resto “seamos malos”. No
debemos ver nuestra realidad en términos absolutos de blanco o negro o bueno o
malo, la psicología humana no funciona de este modo. Existen múltiples matices
y recorridos personales que nos han permitido ver el mundo de una forma u otra.
Pues La bondad no solo forma
parte de un recorrido interno ya que su reflejo también puede verse desde el
exterior. La bondad nos lleva a integrar una fase en la cual sanamos heridas,
aliviamos decepciones, curamos alguna que otra traición y ante todo, llegamos a
la aceptación de nosotros mismos lo que trae como consecuencia que podamos focalizarnos
en los demás como lo hemos hecho con nosotros mismos
La bondad también necesita
espacios propios
La nobleza, la bondad, el
respeto o la gratitud, además de ser virtudes son fortalezas. A pesar de que
son rasgos que todas las personas poseemos en mayor o menor medida, es
interesante tener en cuenta que quien las asume como propias y las practica a menudo, se beneficia además
de una buena salud tanto física como mental.
La gente buena goza de una
sensación de bienestar cada vez que ayuda, apoya o invierte sus esfuerzos en
los demás, porque en su cerebro se activa un circuito neuronal asociado al
placer y la recompensa. Además de ello, se segregan diferentes “químicos”
asociados a la felicidad, como son la dopamina y la oxitócina.
Ser bueno no es sinónimo de
ser ingenuo. Ser bueno es esa virtud que los ingenuos y aquellos que se hacen
llamar sabios no entenderán jamás.
DANA MILANO #danamilanocoach
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