viernes, 29 de julio de 2016

NUESTRAS MASCOTAS SON SABIOS MAESTROS DE LOS SENTIMIENTOS

NUESTRAS MASCOTAS SON SABIOS MAESTROS DE LOS SENTIMIENTOS

Si los ojos son la ventana del alma, algo me dice que los animales también la tienen, porque solo ellos saben hablar con ese lenguaje que no necesita palabras: es el idioma del afecto y el respeto más sincero. “Quien mira siente”, esto es algo que también experimentan los animales
El poder de una mirada trasciende mucho más allá del sentido de la vista. Por asombroso que parezca, nuestros nervios ópticos están íntimamente vinculados al hipotálamo, esa estructura delicada y primitiva donde se localizan nuestras emociones y nuestra memoria.
Por esta razón cuando miramos a los ojos de un perro, un gato o a cualquier otro animal, no vemos a un “animal”. Vemos a un ser vivo como nosotros, a un amigo, que siente, que sabe de afectos y miedos y que merece el mismo respeto que cualquier persona.
Muchos de nosotros hemos experimentado alguna vez cuando  adoptamos a un perro o un gato, que establecemos de pronto una conexión muy intensa con uno en concreto al mirarlo a los ojos. Sin saber cómo, nos cautiva y nos atrapa. Sin embargo, los científicos nos dicen que existe algo más profundo e interesante que todo esto. Un interesante estudio llevado a cabo por el antropólogo Evan MacLean: dice que los perros y los gatos son muy capaces de leer nuestras propias emociones, solamente con mirarnos a los ojos. Ya que nuestras mascotas son sabios maestros de los sentimientos, pudiendo identificar patrones gestuales básicos para asociarlos a una emoción determinada, y casi nunca fallan. No obstante, este estudio nos explica además: que las personas solemos establecer un vínculo con nuestros perros y gatos muy similar al que construimos con un niño pequeño, los criamos, los atendemos y establecemos un lazo tan fuerte como si fuera un miembro más de la familia.
El mundo es mucho más bonito visto a través de los ojos de un animal. No obstante, para muchas personas la cercanía y compañía de un perro o un gato sigue siendo imprescindible para “sobrevivir”. Nos proveen de cariño, de dosis inmensas de compañía, alivian penas, confieren alegrías y nos recuerdan cada día por qué es tan reconfortante mirarlos a los ojos. No necesitan palabras, porque su lenguaje es muy antiguo, muy básico y hasta maravillosamente primitivo: el amor.
#DANAMILANO #danamilanocoach
Zen-Coach, Eduadora de Emociones

Para asesoría personal y empresarial favor comunicarse a través del email coach@danamilano.com

miércoles, 27 de julio de 2016

CUANDO ADMIRAS O AMAS A QUIEN TE HACE DANO

CUANDO ADMIRAS O AMAS A QUIEN TE HACE DANO

Hay experiencias en las que la agresión y la violencia van más allá del límite, es entonces cuando cabe la posibilidad de que terminemos imitando a los que nos hacen daño.
En nuestro diario vivir, estamos expuestos a salir lastimados en las relaciones con los demás ya que dentro de toda relación existen los mal entendidos, y  la falta de tolerancia, situaciones que, pueden dar lugar a que nos hagan daño y tengamos que enfrentarnos a un conflicto. Según los  psicoanalistas este es un comportamiento paradójico, que solo se puede explicar como un mecanismo de defensa, que consiste en que la víctima termina por identificarse con su agresor.
Estamos frente a un agresor en nuestra vida, cuando estamos en condiciones indefensas y alguien nos  intimida.  El agresor abusa de su víctima cuando esta se encuentra vulnerables, comportamiento que obedece a que la víctima cree que si se somete tiene mayores posibilidades de sobrevivir.
Un ejemplo típico de identificación con el agresor es el comportamiento de algunos judíos en los llamados campos de concentración de los nazis. Allí, algunos internos se comportaban como sus vigilantes y abusaban de sus propios compañeros. Esta conducta no podía explicarse como una simple forma de congraciarse con sus agresores, aun siendo sus víctimas.
Otro ejemplo clásico de identificación con el agresor es el llamado “Síndrome de Estocolmo”. Que ocurre cuando las víctimas establecen un vínculo afectivo con sus captores durante un secuestro.
Cuando por cualquier circunstancia quedamos a merced de un agresor aparecen en nosotros elevadas dosis de terror y angustia, que traen como consecuencia una regresión infantil, que se experimenta como una especie de sentimiento de gratitud hacia agresor, de manera que la víctima de alguna manera vuelve a ser un niño, olvidando que su agresor es el origen de su sufrimiento
El vínculo emocional de la víctima y el abusador en realidad es una estrategia de supervivencia. Una vez que se comprende esta relación es más sencillo entender por qué la víctima apoya, defiende o incluso ama a su maltratador.
Lo cierto es que este tipo de situaciones no solamente ocurren cuando se presenta un secuestro, asalto, violación ocurre también en situaciones más habituales, como las mujeres víctimas de maltrato, muchas de ellas se rehúsan a presentar cargos e incluso algunas costean las fianzas de sus novios o sus maridos, pese a que estos abusan físicamente de ellas, llegando a enfrentarse con miembros de la policía, cuando intentan rescatarlas de una agresión violenta.

De cualquier forma, la presencia de un agresor en nuestra vida si no aprendemos a superar este hecho se puede volver insostenible, además de que terminaremos  imitándolo, para compensar el miedo que le produce una posible confrontación. Es como si la personalidad se diluyera en la confusión sobreviniendo un vacío, que poco a poco se llena con las características de su agresor y terminando con la identificación con su victimario, iniciando una cadena que se transforma en un círculo vicioso de violencia. El jefe violenta al empleado, este a su esposa, ella a sus hijos, estos al perro y el animal termina mordiendo al jefe. O un pueblo violenta a otro y el afectado se siente entonces con el derecho de violentar también a su agresor creyendo  que está respondiendo, pero en el fondo está imitando lo que, aparentemente, rechaza.
Lamentablemente es un porcentaje elevado, de  personas que experimentan situaciones traumáticas y no logran superarlas o no buscan ayuda, son sujetos que potencialmente reproducirán el trauma en otros. Para algunos puede ser obvia esta consecuencia, para otros puede resultar contradictoria, pero esa es la realidad.
Por esta razón, cuidado con estos grandes actores, porque a diferencia de los del teatro o las películas, son capaces de causar heridas muy profundas. De tu habilidad para identificarlos va a depender el que no te atrapen ni atrapen a ninguna de las personas a las que quieres.
#DANAMILANO #danamilanocoach
Zen-coach, Educadora de Emociones

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martes, 26 de julio de 2016

LAS PERSONAS QUE AGOTAN

LAS PERSONAS QUE AGOTAN

En un interesante estudio sobre interacción social llevado a cabo en la Universidad de Rochester (Nueva York) se concluyó con un dato curioso: 1 de cada 10 personas presentaría un estilo de personalidad que los expertos definieron como “saboteadores de la felicidad”.
Desafortunadamente no solemos ser plenamente conscientes del impacto de este tipo de vínculos en nuestro equilibrio emocional y en nuestra salud. Las personas que agotan son quizá las más comunes, porque despliegan, a veces sin saberlo, conductas estresantes que condicionan de forma directa aquellos entornos donde se mueven, estas personas podemos encontrarlas en nuestra familia, en nuestros trabajos, entre las amistades e incluso por qué no, en nuestras relaciones afectivas especialmente cuando nos hacemos  prisioneros de los afectos  que llenan nuestros campos con el victimismo y el chantaje.
La personas que agotan, son personas que sabotean nuestra calma causando un gran impacto emocional pues terminan usándonos a menudo como “contenedores emocionales” donde lo único que hacen es volcar sus pensamientos, miedos y oscuridades, hasta el punto de desgastar lentamente esa arquitectura tan íntima y poderosa que forma nuestro cerebro. No contentos con esto nos ocasionan un alto nivel de estrés emoción negativa que con el tiempo se vuelve crónica
Además nos hacen sentir agotados, ya que producen cierto cansancio, que nos mantiene siempre en alerta, como con una clara e instintiva sensación de querer defendernos de “algo” o “alguien”, de vivir siempre a la defensiva pero al mismo tiempo sintiéndonos cautivos.
Para desprendernos de ellos aprendamos a ponerles límites  y para ello basta con tomar plena conciencia de que  nadie tiene derecho a intervenir en tu felicidad, nadie debe traerte tormentas cuando tú habitas en un océano en calma. Nadie debe llevarte a ese lugar en ti  donde se esconden tus demonios internos.
La clave está en buscar y  rodearnos de gente que  inspire, no que prenda la chispa de tus incendios internos hasta el punto de quemarte. Permitirnos encontrar personas que nos inspiran es una necesidad vital en la que deberíamos invertir cada día.
Tener madres, padres o hermanos que nos inspiren, es algo que nos confiere fortalezas excepcionales para crecer en madurez y libertad. Disponer de amigos que no agotan, sino que se alzan como figuras en las que nos  inspirarnos para ser mejores personas, es sin duda un privilegio al que nunca deberíamos renunciar.
Porque para inspirar a alguien no es necesario ser perfecto, en realidad, basta con que los demás vean cómo superas tus propias imperfecciones para dar siempre lo mejor de ti en cada momento.
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Zen-Coach, Educadora de Emociones

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domingo, 24 de julio de 2016

NO HAY SOBREDOSIS CUANDO SE DISFRUTA DE LO BUENO

NO HAY SOBREDOSIS CUANDO SE DISFRUTA DE LO BUENO

Tener contacto con el mar y con la naturaleza nos devuelve la alegría que el mundo nos arrebata. No hay sobredosis cuando se disfruta de lo bueno,
Disfrutar del mar es una práctica que nos proporciona una sensación de libertad y bienestar. El color azul evoca, la armonía y el bienestar, el descanso
Me gusta mucho disfrutar del mar porque nunca me pide explicaciones, eximiéndome de cualquier de ellas, pues no posee delirios de grandeza, ni cuestiona, ni sanciona
Pero nosotros nos pasamos media vida intentando dar explicaciones o lamentándonos. Buscando sentido a lo inexplicable, entonces alabamos a lo divino que consideramos superior a lo humano y no somos conscientes de que a veces, la verdad solo reside en lo que vemos con nuestros propios ojos.
No hace falta imaginarse el paraíso, estamos rodeados de él. Desde un paisaje desértico a otro nevado, la magnificencia del mar es mucho mayor que lo que podamos llegar a imaginar. En el suceden cosas increíbles, además no pide ningún tipo de peaje ni sacrificio para que lo contemplemos. A cambio de esto nosotros somos incapaces de respetarlo  tirando todo tipo de basura en sus playas. Esta poca conciencia ecológica, está provocando un daño que será difícilmente recuperable.
No es un vaticinio catastrofista ni una profecía de Nostradamus, es el diagnóstico que cientos de estudios científicos arrojan en la actualidad: si no cambiamos nuestra forma de tratar el mar y la naturaleza, si seguimos mostrando desprecio e ignorancia absoluta por los problemas de los ecosistemas en los que vivimos, estaremos condenados al ecocidio y a intentar sobrevivir en otro planeta porque el maravilloso que nos acoge ahora lo hemos convertido en un medio incompatible con la vida.
Es por ello que debemos tomar conciencia y devolver al mar todo aquello que nunca debimos robarle, él nunca nos ha exigido nada al contrario, siempre está dispuesta a devolvernos la alegría y el bienestar físico y psicológico que otra parte del mundo nos niega.
Luchemos por conservar el mejor de los alivios para cualquier ser humano. Y no sigamos viviendo en la Tierra como si tuviéramos otra a donde mudarnos.
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Zen-coach, Educadora de Emociones

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